El ritmo de vida de los trabajadores actuales es bastante ajetreado y exigente. Demanda altas dosis de compromiso, sacrificios a la hora de llegar a la meta y cumplir con los objetivos del área profesional en la que nos encontremos. Tras largos períodos de exigencia laboral es comprensible que por eficientes y capaces que seamos nos encontraremos agotados, con las fuerzas mermadas y con un bajo ritmo de producción profesional que a la larga será perjudicial para nuestro desempeño y para la organización a la cual estemos vinculados.
El descanso es esencial para recuperar fuerzas, estimular la creatividad profesional y mejorar la calidad de vida. Pero no hablamos solamente de una siesta de 15 minutos, ni de dormir 5 o 6 horas entre jornada y jornada laboral.
Hablamos de un verdadero descanso donde las preocupaciones del trabajo no invadan la cotidianidad. De ese espacio personal en el cual el individuo no mezcle trabajo y hogar, donde pueda comer y dormir tranquilo sin pensar en el balance del día siguiente, en la junta de la semana entrante o en los indicadores que aún no alcanza.
Ocurre que muchas veces cuando se está en el trabajo se anhela ese sano espacio de esparcimiento, ese descanso donde se pueda recuperar fuerzas, donde se pueda compartir con la familia y los amigos. Pero al llegar a ese momento, sea un fin de semana, un día festivo o unas vacaciones, se está pensando todo el tiempo en las metas por alcanzar laboralmente, en las llamadas de los clientes o en la junta de la semana entrante.
Hace unos años se diagnosticó en Estados Unidos un estado mental crónico de los llamados trabajadores adictos al trabajo, o “workaholics”, que demuestra que trabajar en exceso no deja beneficio alguno para el individuo ni para la empresa.
Dedicarse de lleno a trabajar sacrificando horas de sueño, fines de semana, días feriados e incluso su tiempo de vacaciones va en detrimento de la calidad de vida y de la productividad del individuo, afectando su salud, su desempeño familiar y laboral, poniendo en riesgo su trabajo.
Por eso tómese un descanso. Sea capaz de diferenciar los espacios, de disfrutar el momento actual, de recostarse sin pensar en las exigencias de la oficina, de viajar a la playa sin estar conectado todo el tiempo a la empresa y sus exigencias, de disfrutar el hoy y el ahora en calma sin estresarse por su trabajo. Si está trabajando, trabaje con ganas. Si está descansando, descanse de verdad. Sin descanso el estrés llega y la salud se nos va. Así de simple.
¿Separamos el descanso del trabajo?
Fuente imagen: Galería Flickr Victor Santa María, disponible bajo licencia atribución 2.0 genérica en http://www.flickr.com/photos/victorsmaria/4999642758/
Tómese un descanso
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Consejos Profesionales