En un símbolo de la fragilidad y fraudulencia del actual sistema de educación superior de Chile –sobre todo por la libertad de acción que se ha descubierto que tienen las instituciones privadas- se transformó el caso de la Universidad del Mar, casa de estudios que desde verano de este año enfrenta una compleja situación cuando salió a flote su precario estado financiero reflejado en las acusaciones por sus cuerpos docentes y administrativos sobre morosidad en sus remuneraciones.
La verdadera realidad de la UDM comenzó a quedar en evidencia cuando, a raíz de los sueldos impagos que mantenía –y mantiene- diversas investigaciones (como la efectuada por el Centro de Investigación Periodística, CIPER) comenzaron a identificar una enredada estructura de negocios creada en torno a esta casa de estudios. Se desarrolló una red de empresas creadas por los fundadores y controladores de la misma institución, la cual creció de la mano con ésta y en la que surgieron variadas sociedades inmobiliarias, de inversión y de servicios, todas con un factor en común: acrecentaron su capital a medida que la Universidad del Mar aumentó su número de matrículas y su extensión territorial.
El gran problema de hoy sobre esta entidad es que esta maraña detectada en la educación superior privada afecta actualmente a más de 18 mil estudiantes –y 18 mil familias- pertenecientes a la UDM, junto a sus respectivas redes de trabajadores, los que se encuentran preocupados ante el incierto futuro de la casa de estudios. Cabe recordar que a fines de octubre pasado el Ministerio de Educación solicitó al Consejo Nacional de Educación (CNED) el cierre de la institución por sus diversas irregularidades.
Ante esta posibilidad, el contexto es grave: de resolver el cierre de la UDM, muchos estudiantes tendrían que buscar nuevas casas de estudios que los admitan, lo que realmente es un tema muy complicado, sobre todo para aquellos que cursan 4tos o 5tos años de sus carreras.
Por otro lado, de seguir funcionando, no se pueden despreciar dos puntos a mi parecer, vitales. Uno es que la Universidad del Mar ha dejado claras muestras de que su nivel académico ha sido puesto en duda, incluso internamente, cuando un ex decano de su Facultad de Medicina acusó mala preparación de sus egresados. El segundo, es que se estaría permitiendo una realidad inconstitucional y contra la cual miles de estudiantes lucharon durante el 2011, que es el lucro en la educación.
A todo esto, junto con la violación de miles de sueños de familias chilenas con una mejor calidad de vida de parte de los dueños y fundadores de UDM, un grupo de diputados estudia demandar al Estado por abandono de deberes, lo que claramente se ha realizado al no fiscalizar el desarrollo apropiado de un derecho constitucional para sus ciudadanos.
¿Qué sería lo mejor para la Universidad del Mar? ¿Privilegiar que se cumpla la ley o velar por la educación de calidad?