Para algunos es una actividad vejatoria y humillante, para otros es un rito divertido y necesario que permite conocer a los alumnos de cursos superiores y a los mismos compañeros con los que te unes para “juntar las monedas” para recuperar las zapatillas, dinero que después es reinvertido en fiestas y carretes mechones.
Si bien aún falta para el inicio de clases el mechoneo ya es un tema que preocupa a los lectores de Universitarios.cl. Que preguntan sobre todo por el corte de pelo (http://www.universitarios.cl/universidades/odontologia/54282-mechoneo-u-de-chile.html ) o si uno se puede negar a participar (http://www.universitarios.cl/universidades/bioingenieria/53647-mechoneo.html).
Lamentablemente también hay antecedentes de actividades que han terminado de la peor forma como lo ocurrido el año 2000, cuando una joven murió al ser atropellada por un tren al término del mechoneo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Ella junto a unos compañeros esquivaban el paso de los trenes, hasta que uno de ellos, que venía en sentido contrario la impactó. O los alumnos que lanzaron ácido a diez mechones de ingeniería comercial de la Universidad Austral, dejándolos en el hospital con heridas graves.
Pero si de historias más felices se trata el recuerdo de Pablo Pérez es uno de ellos. Como todos los días de la primera semana de marzo, Pablo llegaba puntualmente en las mañanas a clases de ingeniería plan común en la Universidad Católica del Norte de Antofagasta. Todo igual de tranquilo hasta que los alumnos de segundo año “asaltaron” la sala.
Todos amarrados en fila fueron llevaron a la playa a unos 200 metros. Les cortaron el pelo, ensuciaron la ropa, los llenaron con cosas podridas y claro lo que sigue: juntar $ 1.000 para poder recuperar las zapatillas.
Oliendo a vinagre y sin zapatos Pablo empezó a pedir plata a la gente que pasaba, problema que rápidamente solucionó incluso juntando más lucas, las que se fueron directamente a su bolsillo y que según cuenta le financió más de alguna fiesta. “Para mí el mechoneo fue algo divertido. Pude conocer a los amigos que todavía conservo y además financié carretes durante dos semanas”, asegura.
Algo parecido vivió Ramón Pozo cuando entró a estudiar periodismo en la PUCV. “Nos amarraron e hicieron caminar alrededor de una plaza cercana a la escuela, mientras nos lanzaban cosas poco originales como vinagre o huevos. Después, juegos que mezclaban la humillación, lo público y lo erótico”.
Si bien no fue tan divertido como esperaba, al siguiente año se vengó. “Le pregunté a un amigo de la Usach qué fue lo peor que me hicieron. Esperaba algo como comer gusanos descompuestos desde una cabeza de chancho, pero su sencilla respuesta me dejó perplejo: nos echaron manjar en las axilas".
Con ánimo de revancha usó la idea para “recibir” a los mechones. Con un kilo de manjar en la mano exclamaba amablemente: "Señor, señorita, levante los brazos, muy bieeeen!, ahora bájelos y aletee". El éxito fue rotundo. Una encuesta dentro de esa semana reveló que el manjar fue lo peor para el 100% de los consultados. A eso se sumaba una cabeza de pescado colgada al cuello, harina y lanzarse a un charco con todo lo imaginable incluido barro, harina y restos de pescado.
Si bien no hubo cortes de pelo o de ropa, Ramón cuenta que también existe una auto regulación por parte de los estudiantes, ya que siente que cortar el pelo o humillar “en mala onda” a los compañeros es pasarse de la raya.
En ese sentido muchas universidades como la Universidad de Antofagasta o la PUCV, tienen reglamento de comportamiento para este tipo de actividades.
Según cuenta el director de la carrera de periodismo de la PUCV, Fernando Rivas, “a nivel de Universidad existe un reglamento de los alumnos que establece diferentes circunstancias y consideraciones respecto de la disciplina de los alumnos (…) Allí se establecen diferentes causales de sanción si un alumno comete desórdenes o actos de violencia en contra de personas de la universidad”.
Si bien no hay una alusión específica al "mechoneo", algunas de las actividades si son humillantes o violentas para los estudiantes sí pueden enmarcarse en ese reglamento. Por eso Rivas asegura que se han incentivado otro tipo de reuniones como actividades creativas, humorísticas o solidarias para “reducir y ojalá cambiar totalmente algunas prácticas que son vejatorias para la integridad del alumnos, como la destrucción de ropa, corte de cabello o cobertura con barro”.
Algo parecido es realizado en la Universidad de Antofagasta, quien a través de su departamento de comunicación aseguran que hay un reglamento al respecto y que gracias a ello durante años no han registrado incidentes violento o humillantes contra sus mechones. Lo mismo que ocurre en la Universidad Católica del Norte donde Nelson Fernández, Director General Estudiantil de la UCN, asegura que las actividades no deseadas (cortes de pelo, etc.) han disminuido en forma considerable.
Para fomentar un mechoneo más tranquilo han instaurado “un premio para la carrera que organice el recibimiento más innovador. Además, se realiza en forma permanente un trabajo conjunto con los jefes de carrera, quienes ayudan a concientizar a los distintos centros de alumnos en términos de realizar una recepción amistosa que no denigre a los nuevos estudiantes de la institución”, destaca Fernández.
La cara más tranquila
Algo menos “movido” a lo tradicionalmente visto es la experiencia que se tiene en sociología de la UC. Para Roberto Polanco su experiencia fue “bastante más civilizada”. Según comenta no hubo pescado, cabezas de chancho ni harina, sino que hubo “una especie de rito nocturno basado en las sensaciones.
“Íbamos pasando por diferentes etapas, el nacimiento, la niñez, la infancia, la adolescencia, etc. Nadie sabía nada de esto hasta que lo vivías. Al final, te encontrabas con la gente de último año, quiénes te hacían preguntas parodiando el olimpo griego. En ese minuto recién te sacaban las vendas y volvías a ver”. Luego de la experiencia Roberto es claro: “Me sentí bastante agradado con la situación pues, cortar el pelo, ensuciar, manchar, cortar la ropa, etc. me parece bastante caníbal, y no es otra cosa que el abuso de poder frente a los demás.
En tanto, las universidades privadas también parecen ser bastante más tranquilas. Paulina Fernández ex mechona de ingeniería comercial de la Universidad Adolfo Ibáñez, recuerda que les avisaron de llevar ropa para cambiarse e incluso les dieron unas poleras que decían “mechones azules” en donde se dibujaba un oso.
Ellos también debieron caminar amarrados por unas calles del Valparaíso para luego ser “atacados” por diferentes cosas como pescado, ante lo cual la universidad respondió con molestia. Sin embargo, este mechoneo tuvo un final feliz ya que los llevaron a ducharse, encontrando ahí todos los productos de limpieza necesarios, para luego terminar todo el ritual en una hamburguesada.
¡Junten miedo que se viene el mechoneo!
Publicado
por
Rossana Ch