El desempleo ha tomado la curva decreciente en general en nuestro país, no obstante registró un leve aumento en el trimestre marzo-abril, según informó el INE. El porcentaje de este a nivel de Región Metropolitana es de un 7,3%, pero en otras regiones alcanza algunos mayores niveles, siendo el más alto un 8,6% en la región de Los Ríos. En la región de Magallanes se registra el menor índice nacional, alcanzando solo a 4%.
Lo anterior no opaca el sentir que la actividad económica sigue dando muestras de un potente dinamismo, el cual se vio mostrado en una expansión de 26% en las ventas de las sociedades anónimas abiertas del primer trimestre.
En el período febrero-abril, la tasa de desocupación fue de 7%, sorprendiendo positivamente, ya que los expertos esperaban un leve deterioro, dado que en los dos reportes previos no hubo avances. Hoy en día se han crearon 30.000 nuevos puestos de trabajo respecto al trimestre móvil anterior, lo que hizo que hubiera una disminución en los inactivos potencialmente activos de casi 50.000 personas, alcanzando a 841.380.
Esta caída de la desocupación renació el debate de la cercanía del pleno empleo. Como medida, la tasa de desocupación mundial llegó a 6,2% en 2010, nivel superior al 5,6% anotado en 2007. En Chile, el mejor registro corresponde a 1997, año en que el promedio fue de 6,1%. Si se considera que el pleno empleo a nivel local ronda el 6,0%, nuestro país estaría a sólo un punto de alcanzar un objetivo que hasta hace poco tiempo se creía que tardaría varios años en lograr.
Sin embargo, detrás del promedio hay realidades muy distintas que no se pueden ignorar: una de cada cuatro ciudades en Chile posee un desempleo de dos dígitos. Más allá de la poca demanda de trabajo en ciertas zonas, la cual se irá solucionando si se conserva el elevado ritmo de crecimiento del PIB, también el país sufre de problemas en la oferta laboral.
Basta señalar que la tasa de ocupación (número de ocupados respecto a la población que está en edad de trabajar), es de 55,5%, lo que nos posiciona once puntos porcentuales por debajo del promedio de la OCDE que es de 66,5%. Eso implica que en Chile se necesitarían alrededor de 1.500.000 puestos de trabajo adicionales para alcanzar un estándar similar.
Una observación crítica al concepto de trabajo que domina en nuestro país arroja que éste es un mal, algo similar a un castigo. Es la misma legislación laboral la que busca proteger al trabajador de quien lo “tortura” al brindarle trabajo. Por lo mismo, los cambios legales apuntan a reducir las horas de sufrimiento y a aumentar los días feriados. La indemnización por años de servicio se mantiene igual, pues el empleador “paga” por el “daño” hecho, similar a como si se tratara de un crimen.
Cambiar la cultura de nuestro país podría ser una buena solución, si se quiere aspirar a ligas mayores. Las políticas públicas deben estimular a que los jóvenes entren al mercado del trabajo lo más tempranamente posible y que se comprenda que esto es un privilegio.
Yo trabajo, ¿Estoy castigado o soy un privilegiado?
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por
Maximiliano Grunefeld Igualt