Siempre es conveniente cuando uno quiere opinar acerca de un tema, interiorizarse e informarse acerca de él. No es provechoso adherirse con el sólo hecho de saber un poco nomás.
En este aspecto la información juega un rol muy importante, puesto que mientras más existe de ésta, más actores se pueden agregar al debate y aportar a la adquisición de mayor conocimiento.
Esto lo podemos llevar a cabo cuando dos personas piensan de la misma manera, momento en que las opiniones se reducen a la diversidad y no se genera conflicto.
Para los investigadores del Instituto Federal de Tecnología de Zurich, Janz Lorenz y Heiko Rahut este fenómeno se explica como un asunto estadístico y no psicológico.
Tres son los efectos con los que conlleva esta materia:
El primero es la influencia social, que reduce la diversidad de opiniones subyugando además la cabida del conjunto de bajar su nivel de equivocación.
El segundo es la reducción de rango, que se crea para que el grupo se torne menos capacitado de conceder conocimientos técnicos.
Y la tercera es la autoconfianza, correspondida a la confianza adecuada de las personas cuando convergen sus dichos con las de los demás, sometiendo su credibilidad mientras más se acoplan al ambiente de la autocomplacencia.
Un ejemplo podría ser Hidroaysén, ya que vemos que muchas personas escriben acerca de este proyecto en las redes sociales sin siquiera tener conocimientos sobre este tema de alta complejidad.
Pero basta que uno cree un tema para que todos respondan un sí o un no y se dejan de lado todas las aristas.
Algo equivalente se puede hallar en movimientos autoritarios y totalitarios, en que países enteros se adjudican a la masa donde no existe lugar para el disenso.