Muchos de los universitarios que iniciaron este año sus estudios superiores, aún no se acostumbran a la nueva rutina que conlleva estar en una institución que te prepara como profesional y no como un simple escolar. Acá las responsabilidades son distintas y, en la gran mayoría de los casos, la auto-exigencia también debe incrementarse para estar a la altura de la impuesta por los profesores y conseguir el tan añorado objetivo final: pasar el ramo.
Sin embargo, si el cambio es bastante grande para muchos, no siempre se ve reflejado en la práctica, costumbres y, sobre todo, en los hábitos de estudio. Es por esta razón que muchos de los jóvenes quedan en el camino o piensan que no sirven para dicha carrera, ya que no realizan el cambio de switch necesario y no asumen que la diferencia entre colegio y universidad es bastante grande.
Específicamente en el ámbito académico, una gran cantidad de estudiantes no cambia el sistema de estudio efectuado mientras estaba en el colegio. Un ejemplo clásico es la preparación para una prueba “a la chilena” (a última hora, con una simple hojeada de la materia y sin mucha profundidad). Esta estrategia servía para salvar controles e interrogaciones escolares (que no tenían mucha incidencia en el resultado final del curso), sin embargo, en la universidad, todo vale mucho más y una simple “revisada del cuaderno” no basta para obtener una nota digna.
Si crees que esta mantención de los malos hábitos de estudios es pura palabrería, te informamos que no es así, ya que una encuesta realizada a 400 universitarios (de instituciones privadas y estatales), hecha por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca, en conjunto con La Tercera, confirmó dicha realidad.
En datos más específicos, se llevó a la conclusión de que sólo el 31% de los encuestados pretende establecer una rutina de más de una hora diaria de estudio; el 30% lo hará por menos tiempo que ese y el 38% ni siquiera lo había pensado al momento en que se le realizó la encuesta.
En cuanto a las metodologías de estudio, la gran mayoría piensa seguir las mismas que realizaba mientras estaba cursando la enseñanza media: un 62% seguirá haciendo resúmenes con sus propias palabras; el 46% optará por la memorización y tan sólo el 31% comenzará a trabajar con técnicas más elaboradas como los mapas conceptuales o las ejemplificaciones.
Sobre estas cifras, Hugo Mallea, profesor y experto en dicha materia de la Universidad de Talca, explica que “la memorización es el primer nivel de exigencia cognitiva y los resúmenes son útiles sólo cuando los estudiantes saben tomar apuntes”, es por esto que dichas estrategias no tendrían mucho éxito en un nivel superior.
Otro comportamiento inadecuado para la vida universitaria y el buen rendimiento del alumno es el la inasistencia. Según la encuesta, el 48% de los estudiantes reconoció haber faltado a alguna clase, teniendo en cuenta que el estudio se realizó a tan sólo un mes del inicio del primer semestre.
Pero ahora nos interesa saber su experiencia con respecto a este análisis. ¿Al entrar a la universidad siguieron con los mismos hábitos de estudio o tuvieron que cambiarlos? ¿Notaron el cambio de exigencia? ¿Qué metodologías te han servido para lograr pasar ese ramo tan temido?