Soy de las personas que hasta hace un tiempo, encontraba imposible darle un espacio al deporte. Digo hasta hace un tiempo, porque logré cambiar el switch, y ahora es una actividad más en mi rutina.
Desde que entré a trabajar a mi nueva oficina, tuve que acostumbrarme a tener menos tiempo, ya que en los buenos días, me demoraba una hora de ida y una hora de vuelta. A esto súmenles el nivel de cansancio, las múltiples tareas y el estrés que implica empezar un nuevo trabajo. Todo esto afectó fuertemente en mi organismo, especialmente en mi capacidad para dormir y descansar.
He estado durmiendo mal, fuera de broma, un año. Me cuesta quedarme dormida (aún cuando le he hecho caso a todas las recetas naturales, hojitas de naranjo, pastillitas de melatonina GNC, etc.), luego duermo profundamente por 10 minutos, para despertarme y estar desvelada un buen rato. Cuando logro conciliar el sueño, tengo pesadillas, y para más remate, soy sonámbula. Es decir, mi descanso es un desastre.
Pero quise hacer cambios más importantes, antes de recurrir a medicamentos (porque me da susto hacerme adicta a las pastillas para domir) y opté por tener una vida deportiva más activa, que no fuera solo subir el cerro un sábado muy de vez en cuando, sino algo ojalá diario. Gracias a los múltiples sitios de descuentos, llegué a un buen gimnasio, que me queda muy cerca de la oficina, y que es realmente bueno. El problema era a qué hora ir.
Porque claro, lata es salir de la pega a las 7 de la tarde, para instalarse en una trotadora y estar llegando a la casa cerca de las 9 de la noche, para recién comer, y entre vuelta y vuelta de carnero, acostarse a las 11. Sin considerar el hecho de que el 80% de la gente va a las 7 de la tarde. Entonces no, ésta no era la opción. Tampoco era opción ir en mi hora de almuerzo, que es realmente una hora. En ir y volver se me van 30 minutos, en ducharme, 10, ya ni tiempo me queda para nada. Ni para almorzar.
Entonces, me quedaba la espantosa alternativa de ir en la mañana. Había leído hace un tiempo en un sitio web la experiencia de algunas personas que madrugaban y partían al gimnasio antes de que saliera el sol, y francamente, en ese momento lo encontré un sacrificio tan grande que rayaba en lo absurdo. Pero hice el intento, de levantarme una hora antes, ponerme la ropa deportiva y partir. Cuesta, pero no es imposible.
¿Las ventajas de esto? Varias.
- La primera, y la más importante, es que estás haciendo deporte y te hace bien, no solo para verte bien, sino para que tu cuerpo funcione mejor.
- Para aquellos que andan en auto, te evitas el taco de las horas punta. Nunca jamás será hora punta cerca de las 6 am, y del gimnasio a la pega hay tan poca distancia, que es prácticamente marginal. Evitar al menos un taco importante no es menor.
- Cierto, te tienes que despertar una hora antes, y una hora cuesta. Pero siendo bien franca, el beneficio que me aporta esa hora estando activa no se compara con el beneficio de dormir una hora más. Me despierto con el mismo sueño, me da la misma lata levantarme, el mismo frío, así que da igual.