Estudiar una carrera universitaria en Chile sale bastante caro; eso todos los sabemos y difícilmente representa una novedad para alguien que esté leyendo esta nota, sin embargo, esta noticia, recientemente deducida por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), podría impactarte: no sólo estamos dentro de los países con más altos aranceles de educación superior de todo el mundo sino que, además, somos el territorio con menos subsidio estatal, becas (tanto fiscales como privadas) de toda la orbe. Así de extremos.
En datos más precisos: en Chile, el 79,2% del costo de las carreras universitarias es financiado por las familias, mientras que en EE.UU. es el 34% y en España el 17%. Si bien es cierto, en el país norteamericano los aranceles representan un precio mucho más elevado (estudiar en Harvard, por ejemplo, puede llegar a salir, incluso, $16.800.000), el sistema de becas y ayudas, tanto privadas como estatales, es tan amplio que los parientes terminan pagando tan sólo el tercio del total.
Según Patricio Meller, economista de la U. de Chile y de Cieplan, “aquí, para las familias de clase media, que pertenecen al tercer y cuarto quintil, que un hijo entre a la educación superior es más caro que el dividendo de un departamento”. Y el panorama se nubla aún más, cuando nos damos cuenta que estudiar en una universidad privada, o una estatal (en donde se supone, la subvención debiese alivianar los bolsillos), en términos de arancel, es prácticamente lo mismo.
Si no lo crees, es sólo cosa de comparar los últimos datos entregados por el CNED (Consejo Nacional de Educación): el arancel promedio de un estudiante de la Universidad de Chile es de $2.500.000; mientras que el de un joven matriculado en la Universidad Andrés Bello es exactamente el mismo.
José Joaquín Brunner, director del Centro de Políticas Comparadas en Educación de la UDP, explicó a El Mercurio, que esta situación se produce porque “al contrario de lo que ocurre en otras partes del mundo, las universidades estatales necesitan cobrar aranceles cercanos al costo real de las carreras impartidas, pues los recursos aportados por el Estado son reducidos comparativamente”
El experto agrega que en nuestro país, el subsidio que el Estado realiza se concentra mayoritariamente en los esquemas de crédito y, en una parte mucho menor, a las becas.
De esta forma, el método utilizado en nuestra educación superior, y que parecería justo para muchos: “pagarse la carrera después de egresados”, sigue resultando injusto con respecto al resto del mundo. ¿Por qué? Los sueldos profesionales de Chile hacen que los jóvenes se demoren mucho más en recuperar el dinero invertido. Como verán, los errores de nuestro sistema suman y siguen.
Los datos del portal Futuro Laboral, reafirman dicha situación: en nuestro país, un profesional egresado de alguna de las 14 carreras más demandadas, gana 850 mil pesos , e invierte, en promedio, 3 millones anuales en pagar sus estudios. Esto quiere decir que recibe mensualmente menos del tercio pagado por un año universitario.
Recorriendo el mundo, la situación es bastante distinta. En España, un ingeniero gana al mes entre 1000 y 1500 euros, la misma cantidad que debe pagar en su universidad por un año entero de estudio; realidad que en Francia resulta aún más sorprendente: un arquitecto recibido de una escuela pública de dicho país, gana al mes el doble de lo que invirtió en su periodo anual de enseñanza.
Y mientras estas diferencias mundiales son una importante piedra de tope para nuestro desarrollo país, los incrementos en los aranceles no paran de subir, estancándonos aún mas. Según la CNDE, en 2010 un estudiante de primer año paga un 11,9% más de lo que cancelaba por la misma carrera e institución, en 2005.
Es cierto, el acceso a la enseñanza superior se ha ampliado enormemente en el último tiempo, pero a costa de endeudamientos y sacrificios que no están a la altura de un país que ubica la educación como su máxima prioridad para lograr el crecimiento. Una revisión urgente en el sistema, que incluya financiamiento (aumento en las subvenciones y becas), acorde a un nivel mundial más elevado, sería lo que los universitarios esperamos para nuestro futuro y el de las generaciones venideras.
¿Tú, qué opinas?