El martes 15 de marzo, dos amigas fueron a carretear a un pub en Concepción. “Estuvimos como dos horas en el segundo piso, donde está la pista de baile”, contó una de ellas al diario El Sur. “A eso de las 12 de la noche nos dimos un beso, que fue en realidad un besito. Entonces nos pidieron que nos fuéramos porque para eso existían otros lugares”.
Tuvieron que dejar el local. Una de ellas lloró de impotencia. Su caso se supo en la organización local Coordinadora por la Igualdad de Derecho. También contaron con el respaldo del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh). Y a, pesar de que se les sugirió que hicieran una denuncia frente al Sernac, las chicas decidieron no tomar acciones contra el pub.
Lo que les pasó es ilegal. Pero no es inusual. De acuerdo a la ley del consumidor – que se puede encontrar completa en la página de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile – el consumidor tiene derecho a “no ser discriminado arbitrariamente por el proveedor de bienes y servicios”. De todas formas, han sido varias las historias del estilo que se han hecho públicas (como la de las señoras que quisieron ir a bailar a San Damián hace algunos años y no las dejaron entrar porque según el guardia eran “viejas y feas”). ¿Qué hacer? Se puede denunciar, claro. Pero a veces la vergüenza o la impotencia son más fuertes, y casos como el de Concepción quedan impunes.
Discriminación gay en Chile
“Creo que el principal rasgo que tiene Chile respecto a la discriminación gay es que existe una fuerte dicotomía entre los cambios socioculturales y lo que está haciendo el Estado”, explica Alberto Roa, representante del Movilh. “Si uno compara las encuestas de los últimos años se da cuenta de que la gente discrimina menos, pero al mismo tiempo no hay ley de unión civil, no hay servicios ni ministerios. Por otra parte, en regiones el debate es muy incipiente. El año pasado realizamos unos estudios donde nos dimos cuenta de que Santiago concentraba un 72% de las denuncias por discriminación. La gente en regiones no denuncia”.
Actualmente, el Tribunal Constitucional está analizando si prohibir el matrimonio homosexual en Chile es o no inconstitucional. Roa comenta que dentro de las medidas que toman como colectividad, tienen considerado que si después de este proceso sigue estando prohibido, van a apelar. Y si eso no resulta, van a recurrir a instancias internacionales. Por ahora, se concentran en esperar la promulgación de la ley antidiscriminación y aminorar los mitos y prejuicios que tiene la gente en relación a la homosexualidad. Para compartir con todos, el Gay Parade será en noviembre este año.
En primera persona
Juan Enrique tiene 26 años y es egresado de derecho de una universidad tradicional. Después de pasar gran parte de su vida escondiendo su homosexualidad, no tuvo otra opción que asumirla públicamente.
“Al principio la experiencia tiene dos caras. Por un lado la liberación de contar y compartir un secreto tan guardado durante tanto tiempo, y por el otro, el miedo que el tema se expanda hasta no tener control sobre él”, explica. “Cuando estaba en la universidad me encontré una vez con una compañera en una fiesta gay y le pedí que no lo contara, pero a la semana siguiente ya sabía toda la Escuela. Al principio fue terrible, tuve muchísimo miedo, había guardado el secreto por años. Ahora lo agradezco. Ya no tengo nada que esconderle a nadie, ni tengo que deshacerme en explicaciones. Esa sensación también está ligada a que el año siguiente le conté a mis papás, y una vez que uno hace eso ya no quedan miedos”.
¿Qué acciones crees que se deben tomar para que desaparezca la discriminación gay en Chile?
“Lo primordial son tres cosas. Educación, protección y libertades.
Es necesario tener una educación sexual que aborde el tema de la homosexualidad como algo normal. Ya no caben consideraciones ni en la medicina ni en la psicología que traten a la homosexualidad como una enfermedad. El Estado también debe apuntar a una educación en lo social: la tolerancia, el respeto y la diversidad.
Respecto a la protección, el Estado debería asegurar el principio de la no discriminación. En ese sentido se ha avanzado, aunque muy lentamente. Se ha llamado a denunciar, pero faltan en especial agravantes en delitos penales contra la vida e integridad física cuando dichos delitos se cometen motivados por motivos raciales, sociales, xenófobos, homofóbicos, etc.
Finalmente las libertades. Hoy en Chile es necesario entender que la homosexualidad no se trata de una persona que tiene relaciones sexuales con alguien de su mismo sexo; sino que lo principal es que se trata de una persona que se enamora, ama y decide construir su vida con una persona de su mismo sexo. Si se logra hacer ese cambio de visión respecto a la homosexualidad, no me cabe duda que más temprano que tarde la sociedad estará dispuesta a abrirse a crear o uniformar un mecanismo que permita a dos personas del mismo sexo y que son pareja, no solo regular sus intereses económicos, sino ofrecerles una fórmula jurídica que efectivamente les permita constituirse ante la sociedad como una familia.
Todos estamos llamados a una contribución en el diario vivir, que es demostrar que efectivamente la orientación sexual de una persona no tiene ni la más mínima relación con sus capacidades o su desempeño profesional, y sin duda lo más importante, ni una relación con su formación ética y moral en sus relaciones sociales”.