Siguiendo con los temas dieciocheros, además de la llegada de aquellos días más calurosos, que nos alegran el alma y nos secan la garganta, queríamos darle un espacio a uno de los tragos más típicos de nuestro país, característico de la cultura popular chilena, especialmente de la zona central y que, de seguro, a más de alguno lo ha hecho sentir que todo se mueve más que para el 27 de ferebro de este año: el mítico “Terremoto”.
Tanta es la popularidad de este trago típico y totalmente autóctono de nuestra región, que algunos países vecinos ya han comenzado a apropiarse y servir en sus propios antros y pubs este maravilloso brebaje, compuesto de vino pipeño y helado de piña, tan solicitado en épocas veraniegas. Pero como no queremos que nos roben la autoría, acá les entregamos su historia, que dice más o menos así:
Corría el año 1985, en donde un grupo de periodistas alemanes que cubrían los estragos del terremoto del 3 de marzo, visitaban el legendario bar “El Hoyo”, ubicado en San Vicente con Gorbea (Estación Central). Después de habérseles servido el clásico pipeño, característico del lugar, los reporteros solicitaron agregarle helado de piña, para palear el fuerte calor veraniego reinante en dicha fecha. Para saciar su fuerte sed, uno de ellos bebió con mucha prisa el trago y al pararse se sintió tan mareado, que exclamó fuertemente y con un extraño acento “¡esto si que es un terremoto!”. Nunca nadie pensó que dicho suceso haría tanta historia en nuestro país.
Pese a que esta es la historia más contada, muchos otros bares santiaguinos e, incluso porteños, se han atribuido también la creación de este refrescante, pero peligroso, trago chileno. Algunos ubicados en el barrio de San Diego, en el centro de Santiago, pelean y argumentan que ellos habían vendido esta misma bebida, incluso, 30 años antes del terremoto del 85, pero sin aquel mítico nombre.
Sea de quien sea la autoría de dicho trago, lo cierto es que en nuestra actualidad tiene diversas variantes para prepararse, en donde cada lugar le ha agregado su propio ingrediente “mágico”, para hacerlo más característico y tentar a más gente.
En el Hoyo, por ejemplo, además del clásico vino pipeño y helado de piña, le agregan granadina o licor amargo; en las Tejas, ubicado en San Diego, una gota de Ron para hacer la diferencia; en La punta, en la comuna de Vitacura, Coñac; y en la clásica Piojera, en el Metro Cal y Canto, la mezcla lleva también un poco de fernet.
La leyenda dice, además, que el efecto del primer vaso es idéntico a un terremoto grado 6 a 7 en escala Ritcher y que los principiantes caen inmediatamente. Los más eruditos en la experiencia etílica, soportan 2 o 3 vasos más, a los que se les conoce como réplica.
Y ustedes, ¿Tienen alguna experiencia con este mítico trago santiaguino? ¿Un lugar favorito donde consumirlo?