No creo que haya alguien que pueda decir que no sintió, por lo menos en un mínimo grado, alivio, felicidad, emoción, o algún tipo de sentimiento relacionado, cuando ayer se dio a conocer públicamente el mensaje escrito por los mineros, que ya pasó a ser parte de nuestra historia nacional: “estamos bien en el refugio los 33”. Y es que no es para menos; 18 días de angustia para sus familiares, y junto con eso, una prueba más que la naturaleza le da al Gobierno de Sebastián Piñera.
Si bien el terremoto de febrero fue una catástrofe completamente impredecible, muchos expertos aseguran que el desastre que mantiene a los 33 mineros bajo 750 metros de altura es producto de una falla cien por ciento humana. La sobreexplotación indiscriminada de la mina San José, su falta de seguridad y la fatiga del material dispuesto en el yacimiento, demuestran la irresponsabilidad con la que muchos empresarios mantienen trabajando a sus empleados y la poca rigurosidad existente en las condiciones laborales de nuestro país.
Por otro lado, el manejo que el actual Gobierno ha tenido con esta situación, ha sido una más de las aristas del debate nacional. Sebastián Piñera ha sido tachado de populista por su potente presencia in situ, pero seamos sinceros, también habría sido catalogado como irresponsable si no hubiese viajado a dicho lugar. Acá lo importante es analizar acciones de peso.
Una de las situaciones que parece clave a la hora de analizar el manejo del actual Gobierno, parece ser la poca transparencia con la que actuó la Ministra de Trabajo, Camila Merino, al recibir el pre-informe de la Dirección de su cartera, que advertía sobre los riesgos de la mina y que fue sólo dado a conocer por parlamentarios de oposición (PS), siendo ésta una tarea ineludible del oficialismo, y que sin embargo, pasó por alto.
En este sentido, el Gobierno optó por una postura crítica frente al Sernageomin (Servicio Nacional de Geología y Minería), que sería el responsable de fiscalizar las condiciones de seguridad minera de nuestro país, en donde ya se habrían exigido renuncias.
La lógica a seguir ahora es absolutamente experiencial. La fiscalización es una palabra que Chile no tiene muy interiorizada, y de manera lamentable, tenemos que esperar que una catástrofe nos demuestre lo mal preparados que estamos para cierto tipo de situaciones. Más vale prevenir que curar, dicen por ahí, y es hora que tanto el Gobierno actual, como los futuros, vayan interiorizando este dicho en el funcionamiento de nuestro país.
Ustedes qué piensan ¿Ha sido bueno el manejo del Gobierno frente a esta catástrofe?