Vientos de movilizaciones soplan por estos días. Y si de alguien es la decisión de manifestarse, es de los estudiantes que, antes de marchar y publicar petitorios, realizan una serie de reuniones y discusiones.
Los sucesos recientes como el cambio de Gobierno y su agenda educacional, las constantes subidas del Transantiago y la necesidad de voz y voto de los estudiantes en las decisiones país, han hecho que las ganas de expresarse y salir a la calle vuelvan con todo.
Por lo mismo, en distintas facultades de universidades tradicionales emblemáticas, ya comenzaron las asambleas de curso; unidad elemental de la organización estudiantil, para discutir lo que está sucediendo y las alternativas de reacción que tienen disponibles:
- Jornadas de reflexión; una suerte de paro donde se conversa y se discute sobre el tema en cuestión.
- Paros instrumentales; que pueden ser en la mañana o en la tarde y que tienen como objetivo demostrar descontento y asistir a marchas u otras manifestaciones.
- La Toma; la forma mas radicalizada de protesta. En esta los estudiantes se adueñan de las instalaciones y protestan desde sus propias facultades.
Estas decisiones de curso van a una asamblea general para decidir la posición de la facultad completa y esa se expresa posteriormente en un “pleno”, instancia superior donde se agrupa la opinión de todos los estudiantes, ya sea de una universidad o varias.
La única “pata coja” de este sistema es, paradojalmente, la participación de los estudiantes, sobre todo pensando que para la opinión pública, lo que se hace o deja de hacer en cuanto al movimiento estudiantil, es algo que los aglutina a todos.
Este es un tema que preocupa mucho a los dirigentes estudiantiles y a los que sí se sienten comprometidos con la realidad del país. Pía Vargas, dirigente estudiantil de la Universidad de Chile, habla sobre la realidad actual de la organización de los “hijos de Bello”: “Sonará un poco contradictorio, pero al tiempo que cuesta convocar a los muchachos para que vayan a las asambleas y voten, sí se logra el quorum necesario para que la decisión sea legítima, por lo tanto nos vamos a paro y asistamos a las marchas”.
En este mismo contexto, Juan Pedro Lürs, consejero de la Federación de Estudiantes de la misma casa de estudios, FECH, opina que la participación estudiantil “en general es bajísima. Además está el tema de que las movilizaciones son generalmente referentes a temas que no interesan a los estudiantes: vienen a hablarles de la LGE cuando en sus facultades no hay confort, es una cuestión de prioridades”. Y agrega, “hay un desencanto bastante fuerte con la politización del movimiento estudiantil, que está más al servicio de los partidos o movimientos políticos que de los estudiantes que dicen representar”.
Pero la desmotivación no es un tema de toda la vida universitaria. Pía cuenta que “los mechones o estudiantes de primer año siempre son los más motivados, porque llegan con ganas de conocerlo todo y de cambiar el mundo. Ellos e incluso los muchachos de segundo son los más participativos. Lo malo es que crecen y la motivación se les pasa, se consagran más de la cuenta a sus deberes de la u y dejan de lado la lucha, que también es un deber, dado que todos somos iguales víctimas del sistema injusto que tenemos”.
Ahora queremos saber en qué estás tú. ¿Participas de las discusiones en tu universidad? ¿Es cosa de unos pocos o se decide en conjunto?