Hoy en día, las universidades han cambiado bastante a cómo eran antes, al igual que los alumnos que están más flexibles y más indecisos, por la gran cantidad de carreras que se imparten a lo largo de nuestro país.
La vocación es algo que se lleva adentro y que usualmente muchos confunden con el gusto por algo o por una carrera (Ej. El gusto a la computación/programación).
En cuarto medio, muchos jóvenes todavía están indecisos en relación a qué estudiar. Asimismo, los padres cometen el error de presionar para elegir una carrera. Es ahí donde uno tiende a confundirse; estudiar algo por gusto y no por vocación. Así al menos le ocurrió a Magdalena Benavides, una chica que empezó estudiando Teatro en la Universidad Finis Terrae y terminó en Diseño Textil e Indumentario de la Universidad de Palermo, Argentina. “Entré a estudiar teatro por gusto, luego me cambié a Diseño por vocación. La decisión fue dura y también el irme fuera del país, pero creo que al final todo, fue para mejor, pues ahora estudio lo que realmente me gusta”, comenta Magdalena.
Según estudios del Consejo Nacional de Educación, uno de cada cinco estudiantes deserta de su carrera en el primer año, información que nos demuestra la baja investigación de los estudiantes, acerca de la carrera que quieren estudiar.
En lo personal, estuve toda la enseñanza media preguntándome qué estudiar y al finalizar mi último año, todavía no tomaba ninguna decisión concreta. Por lo mismo, caí en el tema del gusto y entré a programación (para lo que no tenía nada de vocación). A las pocas semanas, me di cuenta de que no era lo mío, pero que sí me había servido entrar a la universidad, ya que pude conocer el ritmo y el mundo que se vive; muy distinto a nuestra etapa escolar.
Cambiar de carrera es una difícil decisión, por lo cual es necesario estar 100% seguro. Lo ideal es conversar el tema con alguien que te pueda orientar sobre ello (puede ser un psicólogo o tus mismos padres), pues a veces puede que se convierta en un proceso muy estresante y/o incluso traumático.
Los pasos son: Darse cuenta de que lo que estudias, no es lo quieres. Saber qué quieres estudiar. Barajar las opciones. Decidir y contárselo a tus padres (uno de los más difíciles).
Contarle a los viejos es un tema complicado; al ser ellos de otra época, lo más probable es que no entiendan o que no lo vean de la manera en que nosotros apreciamos nuestro inconveniente (muchas veces son cerrados de mente y nos dirán que terminemos la carrera, para luego estudiar una nueva). Sin duda, son pasos difíciles, pero no imposibles.
Lo más importante es analizar todo bien antes de cometer cualquier error y ver todas las opciones que tenemos. Además, es preferible estar tranquilos y sentirse apoyados, para tomar la mejor decisión.
Quienes están indecisos sobre lo que están estudiando pueden hacer un Test Vocacional, el cual les puede ayudar a encontrar un camino más cercano a lo que realmente quieren.
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