El Transantiago se ha convertido en un dolor de cabeza para todos los santiaguinos desde su puesta en marcha, eso es indudable. Lo primero que dejó a todo el país boquiabierto fue ver como este nuevo sistema, con tan pocas micros, lograba trasladar a la gran cantidad de personas que se manejan a diario a través del medio de transporte público. Así, pudimos observar como los minutos en los paraderos aumentaron para todos, y al final, el viajar por nuestra capital se transformó en una verdadera tortura.
A 3 años de la puesta en marcha de este sistema, los problemas parecen no tomar tregua por ningún motivo. Si quizás ya mucha de la gente se acostumbró a viajar en condiciones paupérrimas arriba de los buses y del Metro, apretados, y esperando por largos ratos los buses, ahora la gran piedra de tope es el precio de los pasajes que en el último periodo ha mostrado alzas excesivas, casi, cada semana.
Los grandes bloques políticos de nuestro país se tiran la pelota como si esto fuese una final de Copa Davis. La Concertación, por un lado, ataca al actual Gobierno por no intervenir de manera más tajante en los contratos que determinan a dicho sistema con los operadores; mientras que Sebastián Piñera y su comitiva culpan la mala estrategia del antiguo mando y la pésima implementación heredada; algo así como habría actuado Poncio Pilatos en los tiempos cristianos.
Es importante entender algo que los políticos de nuestro país aún no logran asimilar, y parecen a años luz de hacerlo: no importa de quien es la culpa, cuando existe un error tan grave, que afecta de manera tan directa a tantos usuarios de nuestro país, la culpabilidad pasa a un último plano. Las soluciones son lo importante, no los dividendos políticos que puedan sacarse de una lucha como la que viven a diario.
A nosotros, los universitarios, el última alza, afortunadamente, no nos afectó. Y esto es en gran medida por la gran presión que los jóvenes ejercen cuando errores como estos nos afectan de manera tan directa. Las marchas y movilizaciones no han sido en vano, sin embargo, no podemos esperar que los trabajadores actúen de igual manera: ni el tiempo ni la motivación los acompaña, y parece imposible culparlos.
Expertos anuncian que dentro de un año el precio podría llegar a los $600 y de aquí a 2013 a los $800. Esto ocurre porque el Gobierno, en cierta medida, se encuentra atado de manos frente a contratos que le dan nada de participación e influencia al Estado; entregándole la facultad de decisión absoluta a los operadores del sistema. La protección social entonces, queda desamparada frente a los intereses privados de dicho sistema.
Pero lo importante acá es saber tu opinión. ¿estás de acuerdo con este sistema? ¿qué le cambiarías? ¿cuál es el error? ¿es viable a largo plazo?