Cuando estaba estudiando, me daba una depresión tremenda pensar en que cuando fuera profesional, tendría sólo 3 semanas de vacaciones. Estaba acostumbrada a 3 meses aprox. en verano, una semanita en mayo y una en septiembre (vacaciones de mitad de semestre, genial) y dos en julio. Me acuerdo de mi último verano de 3 meses, donde tenía re claro que, efectivamente, sería último. Lo disfruté al máximo, como dejando ir algo preciado que nunca volvería.
Entre prácticas y pegas nuevas, el verano dejó de significar lo mismo. Ya no era sinónimo de irse a la playa con amigos. Muchos de ellos, antes o después, ya estaban trabajando, en práctica, en tesis, etc. Así que se puede decir que el cambio no fue tan drástico. Además, lo primero que pensé cuando tuve mi pega nueva fue en tener mi platita. Las vacaciones eran algo aparte.
Ahora que ya ha pasado un tiempo desde mis años universitarios, igual miro con nostalgia los afortunados que, ahora mismo, están de vacaciones. Eso sí, debo admitir que no hay nada mejor que manejar en estas épocas. Las calles están soportables, tanto de ida como de vuelta y eso, para mí, es impagable.
De todas maneras, creo que las cosas que uno gana a cambio de lo que uno “pierde” hacen un buen equilibrio. Lo principal, la independencia monetaria, olvidarse de la mesada. Segundo, no estudiar para pruebas, no tener exámenes, no más informes ni trabajos en grupo, chao con eso. Mis tardes, al menos lo poco que queda de ellas, son exclusivamente para mí. Y los fines de semana, donde antes daba un cargo de conciencia espantoso no haber estudiado ni el viernes ni el sábado, ahora pienso en la inmortalidad del cangrejo, la mayor parte del tiempo. Hay algún que otro fin de semana en donde me toca trabajar, pero es un precio que estoy dispuesta a pagar. 15 días hábiles, serán poco, pero quizás con el tiempo, la jornada laboral disminuya, o aumenten las vacaciones, o qué se yo. Lo que sí sé, es que fue difícil dejar ir mis vacaciones largas, pero es tema totalmente superado.
La pérdida de las vacaciones
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por
Fernanda F.