Para la mayoría de los universitarios, esta época del año (cuando comenzamos a cerrar un semestre) es una pesadilla de la que no podemos escapar: con ese maldito examen cada vez más cerca, en donde nos jugamos el todo por el todo, da lo mismo lo que hayas estudiado antes; es ahora cuando debes poner todo tu esfuerzo o resignarte.
Todos tenemos un ramo que nos ha complicado nuestro paso por la universidad, que por más que le pusiste empeño durante todo el semestre, jamás pudiste agarrarle el ritmo y acumulaste rojos y cuatros como si fuesen coleccionables. Te relajabas pensando que al final, con el examen, remontarías de manera increíble y estudiarías todo lo que no pudiste antes: resulta que ese momento llegó antes de lo esperado y es en 2 o 3 días más, y tú ahí, intentando sacarlo adelante, pero cachando que las esperanzas se derrumban cada vez más rápido.
A muchos el estrés nos juega una mala pasada y la ansiedad nos pone al límite. Por lo menos a mí, me da con la comida, y sobre todo con las cosas dulces: un buen chocolate con almendras no puede faltar en mis maratónicas noches de estudio. A otros les da con el cigarro o el café, lo cierto es que todas estas costumbres "anti nervios" a veces perjudican más de lo que pueden ayudar.
Es en este momento cuando debes renunciar a todas tus amistades, pololeos, cumpleaños y carretes. Mientras la mayoría festeja que salió de vacaciones, pasando todos los ramos y brindando por un semestre más en el cuerpo, tú debes decir que no a cualquier tipo de panorama, porque de lo contrario, el tiempo no alcanzará para estudiar todo, y así, alcanzar aquella ansiada nota que necesitas.
Cuando llega el momento de la verdad, no queda más que lanzarse a la piscina. Estás ahí, frente a esa hoja (o ante aquel profesor, cuando es oral), que decidirá tu futuro académico. Con la terrible presión de no fallarte a ti mismo, y lo que es aún peor: no fallarle al bolsillo de tus padres, al tuyo propio o agrandar aún más la deuda en el banco.
En algunos casos el peso es aún más potente, porque un ramo puede no sólo atrasarte un semestre, sino que un año entero. Eso implica, en algunas universidades, pagar un arancel completo, sólo por la pérdida de un maldito ramo. En otros casos, la malla puede ser más flexible y lo acomodas de forma en que sacas tu carrera en la misma cantidad de tiempo, sin embargo, cuando la cosa no resulta tan fácil, no queda más que apechugar y asumir que la vendiste.
Pero cuando tu esfuerzo es remunerado de la mejor manera, y obtienes el resultado que tanto estabas esperando, la cosa es complemente diferente: se viene la celebración más disfrutada en mucho tiempo y te haces mierda festejas hasta que tu cuerpo no responda. ¡pasaste el ramo y llegaron las vacaciones! ¿qué mejor?
Y tú, ¿estás en periodo de exámenes? ¿algún ramo que salvar? ¿anécdotas que compartir? Los invitamos a comentar aquellos momentos más estresantes de todo universitario: los finales de semestre.