Entrar a trabajar a una oficina, en la cual pasarás todos los días de la semana, conviviendo bastantes horas junto a personas que vienes recién conociendo, es una experiencia similar a la que vivimos en nuestras infancias y adolescencias, al ingresar a la universidad o a un colegio nuevo. Comenzar a entablar relaciones, siendo “el nuevo” del lugar, puede traer consecuencias, tales como hacer buenos amigos, y hasta (¿por qué no?) encontrar el amor.
Puede sonar muy lindo, pero como todo en la vida, existen ciertos “peros” que influyen en esta situación. En primer lugar, son pocos los trabajos en los que los romances de oficina son bien vistos; principalmente porque está comprobado que quienes tienen una relación amorosa en el trabajo, rinden mucho menos que las personas que no la tienen.
Un estudio hecho por el periódico newyorkino Wall Street Journal, comprobó en base a encuestas, que el 40% de las personas admite haber tenido un romance de oficina en algún momento de su carrera. Ahora bien, también existen los que reconocen haberse involucrado pasajeramente con un compañero de trabajo, y así lo demuestra una encuesta hecha por Vault.com, la cual indica que un 19% confesó haber tenido “encuentros” con colegas, fuera de la oficina.
La pregunta que surge de inmediato es la siguiente: ¿qué hacen las empresas frente a esta situación? Hay muchas que poseen un código de ética que incluye el prohibir que las relaciones amorosas tengan lugar entre compañeros de oficina. Sin embargo, hay departamentos de recursos humanos que, al darse cuenta de que esto es algo muchas veces inevitable, han incorporado una regla que exige que los involucrados informen desde un comienzo, la existencia de una relación. De esta manera, se toman las medidas apropiadas ante el hecho, como por ejemplo, cambiar a una de las personas a otra área.
Las clásicas relaciones románticas en el trabajo, y las que son más dignas de diversos pelambres entre los demás, son las que tienen que ver con el jefe y una de las empleadas. Aquí es donde surgen las preferencias y las injusticias, ya que obviamente el mandamás siempre tendrá de regalona a la persona con la cual está involucrada sentimentalmente, antes que a los demás.
Tener a un compañero de oficina como pareja puede ser llevadero, siempre y cuando se mantenga la parcialidad ante todo. Conservar un ritmo de trabajo adecuado, sin que se altere la productividad, es la única forma de que una relación de este tipo no se vaya a la punta del cerro, ni se convierta en un motivo de despido.
Personalmente, no apoyo mucho la idea de comenzar un pololeo en el trabajo, porque considero que puede afectar a la vida profesional de ambas personas y, más que algo beneficioso, se puede convertir en un problema poco grato. Ésa es mi visión: mejor separar las cosas; trabajo y amor, cada uno por su lado.
Y tú, ¿qué opinas de tener una relación amorosa en el contexto de oficina? ¿Te has involucrado alguna vez con algún compañero de trabajo, o has sabido de algún caso por el estilo?
Romances de oficina, ¿inevitables?
Publicado
por
Profesionales Blog