Desde que estoy en primer año de U, que he presenciado el interés por las distintas casas comerciales de transformar a los estudiantes en sus clientes favoritos. Hubo un tiempo, en que caminar por República era un constante acoso de captadores de tarjetas de todas las tiendas que te puedas imaginar: “tarjeta Falabella, sin ningún costo de mantención”; “”hola, tarjeta Ripley, te llevas este oso de regalo” y tantas ofertas más, que te aseguraban la forma más sencilla de endeudarte.
Y ahora, no sólo las casas comerciales quieren incluir a los estudiantes universitarios en sus listas, sino que, en el último tiempo, son las instituciones financieras las que ofrecen distintas cuentas corrientes con mínimos requisitos.
El problema de esta situación es que muchos jóvenes se maravillan (el cual fue mi caso, que obtuve la tarjeta de una casa comercial en mi segundo año de universidad) con las ventajas que esta opción representa, aceptando este “dinero plástico” sin siquiera estar informados acerca de las bases o condiciones, y sin tener los mínimos conocimientos para administrar de manera efectiva las finanzas personales.
Sabemos que la tentación es grande, sin embargo, parece ilógico pensar que una persona que no posee ningún ingreso (pensando exclusivamente en universitarios que no trabajan) más que el sustento de sus padres, puedan compromoterse a pagar una cuenta a fin de mes. Esto, porque la deuda no será de él, sino que de la familia que tendrá que responder en caso de que el universitario no tenga el dinero (que es lo más probable)
Es por esta razón que antes de decidir ser clieinte de una casa comercial, es necesario evaluar las motivaciones que representa obtener una tarjeta de crédito, que en la mayoría de los casos, suele ser por razones superfluas, motivadas por una sociedad en donde el que no consume, simplemente no existe.
Así que si eres un joven sin ingresos propios ni actividad productiva, obtener de forma muy barata una de estas opciones resulta, en la mayoría de los casos, muy caro. Por tanto, tu nivel de responsabilidad es fundamental y si no estás seguro de contar con ese dinero a fin de mes, simplemente no lo hagas, ya que a la larga son tus padres los que terminarán asumiendo tus deudas.