La palabra aborto siempre ha generado bastantes polémicas en nuestro país. En algunos sectores provoca un rechazo absoluto, y en otros, ansias de liberación. Lo cierto es que no es un tema fácil de tratar, pero en nuestros tiempos, es una realidad que la sociedad chilena no quiere enfrentar.
Que el aborto no sea legal en nuestro país, no significa que no exista. Esta práctica de manera clándestina tiene cifras que llegan a asustar: 124.800 abortos al año, según cifras estimadas por un instituto especializado en el tema. Lo que parece una problemática de salud pública urgente, ya que las circunstancias a las que se ven enfrentadas quienes lo han realizado son bastante peligrosas, arriesgando su integridad, libertad y hasta su vida.
Parece insólito que Chile, siendo un país que lucha contra el subdesarrollo, mantenga una visión tan poco liberal en lo que respecta al poder de pensamiento y decisión de cada uno de sus individuos. Y en último caso, que, por lo menos, no se abra un debate especializado con respecto a esta situación, creyendo que si no se habla mediatica y polítcamente de esto, simplemente no existirá.
Desde el año 90, cuando la Concertación inició un nuevo proceso democrático en nuestro país, ya se han presentado 6 proyectos de ley intentando abrir un debate acerca de la promulgación del derecho de aborto, sin embargo, éstas han sido guardadas sin siquiera ser revisadas. Tanto es el recelo que se tiene con respecto a esta situación, que ni siquiera se han generado comisiones especializadas que sean capaces de estudiar el asunto, con tal de encontrar una solución coherente a la visión de desarrollo nacional.
Según mi opinión, el asunto pasa por una práctica netamente política. Es muy porbable que exista una especie de “amedrentamiento” de los poder fácticos vinculados con los sectores más conservadores de nuestro país, hacia algunos parlamentarios. obligándolos a esconder esta problemática Lo que parece completamente ilógico en una sociedad que se presenta hacia el mundo como “democrática” en donde las decisiones son tomadas por la ciudadanía, y los políticos son tan sólo representantes de nuestras ideas.
Lo más correcto, en ese sentido, sería llamar a plebicitos a la ciudadanía con la finalidad de resolver problemáticas como el aborto, la eutanasia, la pena de muerta, etc. Que son temas que nos influyen a todos, y no sólo al reducido porcentaje de personas con poder en nuestro país.
La situación del aborto, que conlleva la la libertad de decisión de toda persona a hacer lo que le parezca más adecuado con su cuerpo y vida, va más allá de una discusión ética. Lo importante acá es definir que es lo que queremos como país: seguir sometiendo a la población a lo que algunos pocos deciden o; enfrentarnos a una sociedad libre y capaz de decidir por su propia cuenta que es lo más adecuado para ellos. En este sentido, cada uno tiene sus propios valores, y por ende, cada uno determinará lo que debe o no hacer con su propia vida.
Te invitamos a entregarnos tu opinión con respecto a este polémico tema, ya que eso es lo que más hace falta con respecto a estas situaciones: juventudes activas en la generación de debates que nos hagan crecer como sociedad.