Conseguir trabajo como ayudante de algún ramo siempre es un paso importante en nuestra vida universitaria y laboral. A veces cuesta, ya que los profesores muchas veces eligen a personas de confianza, o a alumnos que sean realmente destacados. Pero nunca está de más intentarlo, y ponerle todas las ganas.
El proceso de postulación para las ayudantías suele realizarse durante el primer o segundo mes de clases, periodo en que los estudiantes (generalmente a partir de tercer año), deben inscribirse rellenando formularios y enviándolos a sus respectivas escuelas.
El promedio de notas y los créditos acumulados durante nuestros años anteriores son lo primordial para lograr ser ayudante, aunque hay veces en que las ganas se consideran de igual manera, como también hay ocasiones en que no se inscriben los suficientes alumnos, y ser el único postulante nos favorece. La suerte es un factor importante, pero también lo es nuestro desempeño y esfuerzo.
Para ser ayudante, es recomendable organizarse bien con los tiempos, para así poder cumplir bien con los horarios requeridos. Lo fundamental es darle una muy buena impresión al profesor del ramo, ya que es él quien después hablará de nosotros con los demás docentes, o incluso con colegas externos a la universidad. Esto es algo que nos puede servir mucho, porque así podemos tener contactos de trabajos posteriores, al momento de ya estar egresados.
Si bien el pago de un ayudante no es lo que uno esperaría, lo que aquí cuenta es que esta experiencia irá directo a nuestro currículum, algo que sin duda nos hace empezar con el pie derecho desde un comienzo, ya que en la vida laboral se mira muy bien a quienes ya tuvieron la oportunidad de trabajar durante los años de estudios.
Ser ayudante es un excelente punto de partida, no sólo por la experiencia que ganamos, sino por la enorme cantidad de conocimientos que podemos obtener, ya sea realizando ayudantías, corrigiendo pruebas o simplemente siendo una oyente cercana del profesor al que ayudamos.